Estos días PNV y Batasuna se han acusado mutuamente de corrupción. Imaz aseguraba que la izquierda abertzale quiere controlar diversos ayuntamientos por "intereses urbanísticos" y Otegi le respondía que a la formación jeltzale sólo le preocupa "el negocio" para que haya "más cazo".
No es más que la lógica tensión entre dos partidos que compiten por un espectro político similar. Y no es en el fondo más que otro síntoma más de normalización, de que el debate se centra en asuntos habituales en otros países con menos tensiones.