El atentado del miércoles no es un paso atrás, ni mucho menos el fin de una etapa. Tan sólo una fase más de un proceso que requiere muchos tiras y aflojas, muchos sudores, muchos sustos y, sobre todo, mucha paciencia. En cualquier caso, lo que no hay que olvidar en ningún momento es que el final de la violencia está al alcance de la mano.
No se trata tanto de que ETA esté muy debilitada como de que las ansias de paz de la población vasca son ya tan grandes que sería un disparate frustrarlas una vez más. En el caso de Argel hubo inmadurez -y otras cosas que algún día sabremos- y en Suiza se trató de simples tomas de contacto recelosas. El ejemplo irlandés, donde el terrorismo era mucho más fuerte que en Euskadi, pesa como una losa a la vez que le marca el camino.
El proceso hacia la paz está en marcha y eso lo conocen -y admiten en privado y en público- tanto el Gobierno como la oposición. ETA sabe que no tiene otro remedio que acallar las pistolas, porque el terrorismo ya no sólo es abominable sino también anacrónico. La oportunidad que tiene el Gobierno de llevarse la medalla de la paz es sumamente golosa. Y la oposición no quiere ponerle las cosas fáciles.
El proceso no debería prolongarse durante más de dos años, antes de las próximas elecciones generales (marzo de 2008). Durante los primeros doce meses seguirá habiendo alguna que otra bomba a modo de recordatorio y detenciones más o menos sonadas, combinadas con maniobras de aproximación por las dos partes. Se trata de los habituales pulsos previos a toda negociación. Nadie quiere sentarse en la mesa con una posición débil.
Pero lo positivo es que todos quieren hablar y, sobre todo, llegar a un acuerdo. La primera mesa será la de partidos, que dará el necesario protagonismo a un Ibarretxe en horas bajas. Tras doce meses, a principios de 2006, se producirá la esperada tregua y saldrán a la luz pública las diferentes reuniones que ya están teniendo lugar, más o menos oficiales.
Inmediatamente después, Gobierno y ETA se sentarán en un lugar neutral que podría ser Holanda, el centro mundial del pragmatismo, una virtud que será imprescindible en estas reuniones. El acuerdo es sencillo: presos a cambio de armas. Mientras tanto, la otra mesa, la de partidos, habrá avanzado en la redacción de un nuevo Estatuto o como se quiera llamar al documento que deberá fijar de una vez la relación entre Euskadi y el Estado. El siguiente y último paso es el referéndum, que podría ir acompañado, por aquello de disimular, de elecciones anticipadas al Gobierno Vasco. Todo eso antes de 2008.